Semana Santa 2021: Oraciones para la Semana Santa

El Papa Francisco levanta el cáliz mientras celebra la misa del domingo de Pascua en la plaza de San Pedro el 21 de abril de 2019 en el Vaticano.

Getty Images El Papa Francisco levanta el cáliz mientras celebra la misa del domingo de Pascua en la plaza de San Pedro el 21 de abril de 2019 en el Vaticano.

La Semana Santa, es un periodo de recogimiento que más que traer tristeza por todo el sufrimiento de nuestro Señor Jesucristo, es un tiempo de reflexionar sobre por qué el hijo de Dios tuvo ese espíritu de entrega para ser martirizado y clavado en la cruz, y entender del porque su padre le permitió regresar a la vida de entre los muertos.

En estos días santos en que el afán de la vida y el trabajo hacen una pausa, es el momento propicio para adentrarnos en nuestra propia espiritualidad, y que más que hacerlo a través de la comunicación y el dialogo con Dios y Jesús nuestro salvador.

Mantengamos una relación personal y real con ellos a través de la oración, conectémonos de una manera sublime, y tomemos conciencia de su constante presencia, dejémonos atraer por su luz, su sabiduría e infinito amor. Acordémonos de orar que cuando oramos estamos manifestando nuestra fe sobre una fuerza que a pesar de que sea invisible, es la fuerza que el espíritu santo imprime sobre todos nosotros para que podamos seguir adelante, y que hace que cada uno de los días de nuestra vida de una u otra forma, Dios y Jesús salgan a nuestro encuentro.

A continuación te presentamos una serie de oraciones para que en el regocijo de la oración, te reencuentres en esta Semana Santa con Dios y su hijo, salvador de la humanidad.

Oraciones para la Semana Santa

Oración para el Domingo de Ramos:

Señor Jesús, con este mismo ramo te acompañamos hoy a recordar tu entrada en Jerusalén, con nuestra presencia en el templo dijimos que somos tus seguidores y que tú eres el rey de los reyes. Ahora te pedimos que protejas a nuestra familia de todo mal y nos conviertas en testigos de tu amor y tu paz, para que un día podamos reinar contigo en la Jerusalén celestial, donde vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para el Jueves Santo:

Dios fiel, Jesús nos dio el regalo de su
propio cuerpo y su sangre para que
tuviéramos alimento que nos nutriera . Al
compartir la Eucaristía de Jesucristo, haz
que seamos eucaristía las unas para las
otras. Que nuestras vidas sean
bendecidas, partidas y entregadas para
que tu pueblo viva. Te lo pedimos en
nombre de Jesús, nuestro Pan de Vida.
Amén.

Oración Viernes Santo:

Cristo Jesús, tu amor se hace visible por
el misterio de tu muerte y resurrección.
Haznos una en ti. Transfórmanos en
pueblo de Misericordia que te abrace en
las personas que sufren a nuestro
alrededor. Te lo pedimos, como pueblo
reconciliado con Dios por la sangre de
tu Cruz. Amén.

Ahí te vemos, oh, Cristo, abierto en tu costado y derramando, hasta el último instante, sangre de tu sangre hasta la última gota para que nunca a este mundo que vivimos nos falte una transfusión de tu gracia un hálito de tu ternura de tu presencia una palabra que nos incite a levantar nuestra cabeza hacia lo alto.

Oración para el Sábado Santo:

yo subiré al pie de la cruz,
Me apretare al cuerpo frio,
Cadáver de Cristo,
Con el fuego de mi amor,
Lo desclavare con mis desagravios y mortificaciones,
Lo envolveré con el lienzo limpio de mi vida limpia,
Y lo enterrare en mi pecho de roca viva,
De donde nadie me lo podrá arrancar,
¡y ahí, señor descansa!
Cuando todo el os desprecie y te abandone….
Os serviré, señor mío.

Oración para el Domingo de Resurrección:

Señor y Dios mío:


Tuya es la alabanza, tuyo es el poder, y por tu grandeza, Jesús se levantó de la tumba!.

Tu hijo fue crucificado y puesto en una tumba, pero tres días después resucitó, gloria a ti!.

 Que impactante habrá sido el momento cuando aquellas mujeres se encontraron con el ángel quien les dijo: “Jesús no está aquí; ¡ha resucitado!”.


Ahora, Él es la resurrección y la vida.



Mi fe está puesta en Jesucristo, mi Señor y Salvador.

Por medio de Su sacrificio, yo sé que mi alma vivirá por los siglos de los siglos. 

Declaro que yo he muerto y fui sepultado con Cristo mediante el bautismo. 


Así como Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre Celestial, ahora yo también podré vivir una vida nueva.

Que toda la alabanza sea para ti mi Dios, tú eres el Padre de mi Señor Jesucristo.



Es por tu gran misericordia que he nacido de nuevo, porque tú levantaste a Jesucristo de los muertos.

Te alabo mi Dios, porque has permitido que todo aquel que acepte la obra redentora de tu hijo, escape del castigo eterno.


Gracias, porque su muerte y resurrección nos da el poder para que también nosotros resucitemos para vida eterna. 

Ahora, ningún espíritu maligno podrá condenarme.

 Yo creo en Cristo Jesús quien murió, resucitó, y ahora está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios, e intercede por mí.

Gloria a ti Padre Celestial, gloria a ti Jesús, gloria a ti Espíritu Santo !


Amén!

Oración para bendecir el agua:

“Alabado seas mi Señor por la Hermana Agua, la cual es muy útil, y humilde, y preciosa y casta.” Así como San Francisco oró lleno de gratitud por la Hermana Agua, así nosotros oramos agradecidos por su generosidad para sostener la vida.

Oh agua, en tu misteriosa belleza haces florecer al desierto. Una minúscula gota, reunida con miles de gotas, riega las semillas y las futuras cosechas para alimentarnos nosotros y todas las criaturas.
Una minúscula gota multiplicada, sacia nuestra ardiente sed. Más de tres cuartas partes de nuestros cuerpos, como el cuerpo de la tierra, son de agua. Somos gente de agua, somos un planeta de agua.
Oh, Dios compasivo, que con tu divino soplo sobre las aguas creaste cuanto existe, te pedimos perdón por nuestro uso negligente del agua, por nuestras actitudes que no la respetan y la contaminan, y te suplicamos nos concedas sabiduría para conservarla y cuidarla.

En este tiempo de sequías, así como esperamos y buscamos el regalo de la lluvia sobre la tierra, esperamos también la lluvia de la gracia sobre nuestras almas.
Ven en nuestra ayuda y libéranos del odio, la codicia, el temor, y nuestra falta de amor hacia tus dones sobre la tierra. Transfórmanos en ríos de agua viva, de modo que a nuestro paso reverdezca la vida,
la esperanza y el amor por la tierra y por todas las personas.

Todo esto te lo pedimos a ti, Dios Creador, fuente de la Gracia, por Jesucristo, Palabra Eterna, y el Espíritu, Manantial de Sabiduría. AMÉN.

Oración para bendecir el fuego:

Que el fuego ilumine nuestros pensamientos,
que los haga verdaderos, buenos y justos.
Que nos impida resignarnos con menos.
Que el fuego ilumine nuestra mirada.
Que nos abra los ojos al placer de compartir todo lo bueno de la vida. Rogamos al fuego que nos aleje de aquello
que no nos pertenece por derecho.
Que el fuego caldee nuestros labios,
para que podamos decir la verdad con palabras amables
que sirvan y estimulen a otros. 

Que el fuego habite en nuestros oídos,
para que podamos escuchar de verdad,
para que podamos oír el rumor del agua
y toda la creación y el Ensueño. 
Que nos proteja de las habladurías
y de todo aquello que pueda hacernos daño
y causar el quebranto de nuestra familia.

Que el fuego habite en nuestros brazos y manos 
para que podamos ser útiles y construir el amor.
Que el fuego habite en todo nuestro ser,
en nuestras piernas y pies,
para que podamos caminar sobre la tierra
con reverencia y respeto,
para que podamos avanzar por la senda del bien
y la verdad, sabiéndonos a salvo de apartarnos de aquello que es verdadero.

Oraciones para el vía crucis

Oración preparatoria: Señor y Dios mío, bajo la mirada amorosa de nuestra Madre nos disponemos a acompañarte por el camino del dolor, que fue precio de nuestro rescate. Queremos sufrir todo lo que Tú sufriste, ofrecerte nuestro pobre corazón, contrito, porque eres inocente y vas a morir por nosotros, que somos los únicos culpables. Madre mía, Virgen dolorosa, ayúdame a revivir aquellas horas amargas que tu Hijo quiso pasar en la tierra, para que nosotros, hechos de un puñado de lodo, viviésemos al fin en la libertad y gloria de los hijos de Dios.

Antes de cada estación: Te adoramos, oh, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Después de cada estación: Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mi.

Primera Estación: Jesús es condenado a muerte. Jesús quiso morir para librarme del pecado.

Segunda Estación: Jesús carga con la Cruz. El Señor lleva a cuestas la Cruz para enseñarme a llevar yo las mías.

Tercera Estación: Jesús cae bajo el peso de la Cruz. Son mis pecados los que hacen que el Señor caiga.

Cuarta Estación: Jesús se encuentra con su Santísima Madre. Madre mía, no me faltes nunca en mi camino.

Quinta Estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la Cruz. Llevando con ánimo mis cruces, ayudo a Jesús a llevar el peso de la suya.

Sexta Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús. Tengo que consolar a los demás cuando sufren, viendo en ellos el rostro de Jesús.

Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez. Señor, dame fuerzas y amor para levantarme cada vez que caiga.

Octava Estación: Jesús consuela a las hijas de Jerusalén. El Señor vuelve sobre nosotros su misericordia, aunque esté sufriendo por nuestra culpa.

Novena Estación: Jesús cae por tercera vez. Aunque yo caiga muchas veces, el Señor me perdona por medio de la Confesión.

Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras. Para subir a la Cruz y así llegar a Dios hay que tener el corazón libre, desasido de las cosas de la tierra.

Undécima Estación: Jesús es clavado en la Cruz. Los tremendos dolores del Señor me recuerdan que he de mortificarme.

Duodécima Estación: Jesús muere en la Cruz. “Nadie ama más a su amigo que el que da su vida por ese amigo”.

Decimotercera Estación: Jesús es bajado de la Cruz y entregado a su Madre. Madre mía, quiero acompañarte en tu dolor con el dolor de mis pecados.

Decimocuarta Estación: Jesús es puesto en el sepulcro. Me dice San Pablo que he sido sepultado con Cristo para no cometer más pecados.

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