Durante el segundo fin de semana de febrero (02.07.2022), aproximadamente unos 381 migrantes, en su mayoría de origen centroamericano y mexicanos, que permanecían desde hacía casi un año en un improvisado campamento instalado en la frontera entre la ciudad de Tijuana y Estados Unidos, fue desmantelado por personal adscrito a la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano.
“Fue una reubicación que se tenía que llevar a discreción para evitar algún colapso”, afirmó el domingo la alcaldesa de Tijuana, Montserrat Caballero Ramírez, al explicar a la prensa las razones que llevaron al desalojo del campamento, y agregó que las familias se encontraban en una situación de “inseguridad” especialmente por razones de salubridad.
De acuerdo con la cadena Reuters, la funcionaria también indicó que se refirió a estos pobladores diciendo que “tenían tres opciones: la primera es si querían permanecer en Tijuana los iban a ayudar porque ya eran tijuanenses, si querían regresar a sus lugares de origen iban a pagar los traslados y si querían esperar el ‘sueño americano’ también los iban a apoyar en la espera”.
¿Cómo fue el operativo?
Con maquinaria pesada de camiones y retroexcavadoras, las palas mecánicas levantaron ante los rostros llorosos de mujeres y niños, sus tiendas de campaña cubiertas de lonas y bolsas plásticas, juguetes, ropa, y los pocos enseres del campamento “El Chaparral” situado en los alrededores de la garita en Tijuana, estado de Baja California.
Luego de que ya no quedó nada, los cientos de migrantes tomaron lo poco que les quedó y abandonaban el lugar de forma pacífica para ser reubicados en otros sitios. Según informó DW.com, por la mañana, autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM) anunciaron a los migrantes que solo podrían llevarse tres cambios de ropa a los albergues en donde serían reubicados.
“Hubo personas que se empezaron a ir y empezaron a subir por su voluntad, sin usar la fuerza pública, a los camiones que van a los distintos albergues”, dijo a la prensa la alcaldesa de la ciudad, Montserrat Caballero. Así mismo, la funcionaria señaló que el operativo se llevó a cabo sin utilizar ninguna clase de armas, descartando sobre esta decisión cualquier injerencia o presión de los Estados Unidos.
“Ustedes saben que la autoridad tijuanense se rige por sus propias normas jurídicas”, y agregó que “En lo que tiene que ver con el traslado y reubicación a los albergues van a contar con el apoyo y la asesoría legal para su trámite que tiene que ver con el asilo político” dijo la alcaldesa.
Ciudadanos migrantes no dejaron de sentirse molestos por el desalojo
“Es inhumano porque lo hicieron en la madrugada y los niños están dormidos”, afirmó la migrante mexicana Guadalupe Omeca, al quejarse del desalojo del campamento donde vivió por siete meses. Acompañada por sus tres hijos, un nieto y su pareja, Omeca confesó que temía por el traslado al albergue, y dijo que “tarde o temprano nos van a sacar pues uno trae niños”.
Entre tanto Marleni Hernández, quien también se quejó del trato de las autoridades, e indicó que “no lo están haciendo bien porque prácticamente nos vinieron a levantar… como si fuéramos unos delincuentes. Es duro, no es fácil”, dijo a San Diego Tribune con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada Hernández al reconocer que se sentía muy vulnerable porque se encontraba en un país extranjero sólo con sus dos hijas pequeñas pidiendo asilo.
Mientras que la hondureña, identificada como Maritza también reclamó a las autoridades por su actuación. “Nos venimos de nuestro país porque hay mucha delincuencia, nos sacan de allá y ahora nos sacan de aquí”, reclamó la mujer, quien lleva un año viviendo en Tijuana y seis meses viviendo bajo una carpa con sus dos hijos menores de edad.
¿Cómo se formó “El Chaparral”?
El campamento de “El Chaparral” se comenzó a formar a finales de enero de 2021 con ciudadanos centroamericanos, a partir de que Joe Biden asumió la presidencia de Estados Unidos, porque “alguien” les dijo que el nuevo mandatario tenía una política migratoria distinta. Esa versión fue usada por traficantes de personas que los llevaron al cruce fronterizo y ahí los abandonaron.
Este asentamiento de migrantes se convirtió en un dolor de cabeza tanto para el gobierno mexicano como para el estadounidense. El campamento estaba afectando el tránsito por uno de los tres pasos peatonales hacia la ciudad estadounidense de San Diego, por el que solía pasar una media de unas 12.000 personas a diario.
Igualmente, el sitio se convirtió en una zona de riesgo para la comunidad, el crimen y la inseguridad estaban a la orden del día. “Hay amenazas, hay secuestros, ayer atendí un caso de un secuestro, yo creo que eso va a agravarse, va a crecer si la gente permanece a campo abierto ahí”, dijo José Luis Pérez Canchola, Director de Atención al Migrante en el Ayuntamiento de Tijuana, de acuerdo a declaraciones citadas por Telemundo.
Agregó que “está creciendo el riesgo muchísimo ha habido intento de violación de niñas de ocho a diez años, están entrando vendedores de drogas, hay extorsión”, aseguró José Luis Pérez Canchola.
En todo este contexto, activistas y organizaciones humanitarias habían expresado preocupación por la situación en la que vivían los cientos de migrantes en esta zona, y finalmente, en marzo de 2021, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos pidió al gobierno mexicano medidas cautelares de seguridad para los 1,500 viajeros instalados entonces en “El Chaparral”, entre ellos 300 niños y 10 mujeres embarazadas, por encontrarse en riesgo.
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