{ "vars" : { "accountId": "1604" } }

Un loro es testigo de brutal asesinato y violación de una mujer: ¿por qué?

En un hecho que está dándole la vuelta al mundo, las palabras de un loro se usarán como evidencia en la corte, luego de la violación y asesinato de una mujer en Argentina.

La policía cree que un loro estaba repitiendo las últimas palabras de Elizabeth Toledo, de 46 años, quien fue asesinada en la ciudad de San Fernando, Argentina.

Toledo fue violada y asesinada en su casa en la ciudad de Virreyes en diciembre de 2018. La policía argentina la encontró desnuda, golpeada y con signos de estrangulamiento.

Un oficial testificó en la escena del crimen que mientras se preparaba para irse, escuchó al pájaro gritar: “¡Ay por favor soltame, ay no!” (“¡Oh, por favor déjame ir, oh no!”).

Bajo juramento, el oficial de policía testificó lo que había escuchado decir al loro.

La Nación dijo que el oficial había estado parado afuera de la puerta cuando escuchó el grito de una mujer. El cuerpo desnudo de Toledo fue encontrado tendido en un colchón en el suelo, junto a un loro verde enjaulado.

Los compañeros de apartamento de Toledo, Miguel Saturnino Rolón, de 52 años y Jorge Raúl Álvarez, de 64, aparecerán en la corte acusados de agresión sexual agravada y homicidio, cargos que conllevan una pena máxima de cadena perpetua. Un tercer sospechoso estaba relacionado con el crimen, pero la conexión se desestimó cuando presentó una coartada plausible de que había sido expulsado por el propietario del departamento por agredir a Toledo anteriormente.

Según The Mirror, un vecino escuchó al loro decir “¿por qué me pegaste?”, en una ocasión separada.

Una evidencia clave en el caso son las lesiones defensivas encontradas en el cuerpo: la huella de una marca de mordida en el brazo de la víctima, que el periódico español Clarín dijo que era “como una huella digital”.

Bibiana Santella, la fiscal de San Fernando a cargo del caso, dijo que las mordidas en el antebrazo de la víctima coinciden con los dientes de Rolón, mientras que la evidencia de ADN “vincula a Álvarez con la violación y el asesinato de Toledo”.

Según Clarín, “el fiscal encargó a la División de Odontología Legal de la Superintendencia de Policía Científica de La Plata que verificara la huella de la mordedura dejada por el asesino con la mordedura de cada uno de los sospechosos.

“Los expertos dentales hicieron … una copia exacta de los dientes de cada uno de los sospechosos, y al comparar la mordedura de cada uno de ellos con las marcas encontradas en la víctima, concluyeron que coincidían en tres puntos con ‘el primer premolar canino y segundo premolar ‘del arco inferior izquierdo del acusado Rolón, según Télam [la agencia de noticias nacional argentina]”.

Clarín informó sobre incidentes anteriores de violencia doméstica en el domicilio, donde Toledo alquiló una habitación y vivió con los tres hombres.

El periódico dijo que Rolón hizo la llamada al 911 después del incidente del 30 de diciembre, informando que había encontrado a Toledo asesinada después de regresar del trabajo en un club de rugby local.

El fiscal dijo que era sospechoso que Rolón pudiera “describir en detalle” cómo Toledo fue asesinada, antes de que un médico llegara a la escena.

La versión de los hechos de Rolón fue “complicada aún más por un testigo que escuchó los gritos de una mujer y lo vio entrar y salir de la escena del crimen en el momento del hecho”.

El mismo testigo dijo que Álvarez había proclamado su inocencia, pero que había tenido relaciones sexuales con Toledo esa mañana.

“Solo después de eso se dio cuenta de que ella estaba muerta, por lo que tuvo miedo, trató de limpiar la escena y huyó”, informó Clarin.

Rolón y Álvarez se negaron a testificar en la corte, sin embargo, el forense que realizó la autopsia, Federico Corasaniti, fue categórico al afirmar que no tenía dudas de que la víctima “fue abusada sexualmente antes de morir de [sus] heridas”.

Esta es la versión original de Heavy.com.

Más Noticias

Las autoridades tomaron un testimonio de las palabras que el animal no paraba de repetir cuando llegaron a la escena del crimen de Elizabeth Toledo, de 46 años en Argentina