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Las autoridades mexicanas continúan adelante con la investigación para dar con el paradero de los asesinos del rapero Alejandro Barret, más conocido como 50-50, quien era famoso en varias ciudades mexicanas y en redes sociales por su tendencia a componer e interpretar temas a delincuentes y narcotraficantes.
El joven intérprete, quien era originario de Matamoros, en el estado de Tamaulipas, fue secuestrado el 30 de septiembre y posteriormente asesinado por sicarios, según lo reveló el diario La Opinión.
El cadáver del cantante fue encontrado el domingo, con un tiro de gracia en la cabeza, en una zona conocida como El Refugio, en Matamoros.
Las primeras investigaciones conducidas por la policía señalan que el cantante al parecer habría perdido la vida a manos de delincuentes relacionados con el narcotráfico.
El 50-50 era un artista bastante polémico, pues durante su efímera carrera pasó de componerle al crimen y luego, en un acto de arrepentimiento por la vida que llevaba, decidió dejar esa faceta de lado y se entregó a cantar música cristiana honrando a Dios, pero luego volvió a sus cantadas a la delincuencia.
“Yo era conocido por canciones que le hacía al crimen organizado, pero no era parte del crimen organizado, a los que les cantaba no eran necesariamente narcotraficantes, sino gente que tenía dinero”, dijo recientemente el cantante, en una honesta entrevista que concedió a RDTV, donde manifestó que siempre fue un hombre que amó los excesos y que se fue por un mal camino.
“Yo estuve dos veces al borde de dejar de respirar, estuve muy mal por las drogas y las mujeres. Era una vida de exceso, la pasé muy bien porque siempre había gente de dinero que querían estar conmigo y aprovechaba para usar drogas por las que no pagaba nada”, agregó el joven, quien confesó que le costaba mucho estar sobrio.
“Todos los días tenía que fumar marihuana. Minino estaba marihuano y no era un toquecillo, era un cigarrón”, manifestó el 50-50, quien agregó que cuando tocó fondo, le pidió a Dios que lo ayudara.
“Yo solo quería cambiar cuando me daba la loquera, luego de dos días de fiesta. Yo estaba bien flaco, me miraba y decía, parezco un zombi, pero un día, que le digo a Dios que no podía ya con esto, que sabía que existía, pero que me demostrara su poder. Sentí temblor en mi cuerpo”, agregó el fallecido cantante, quien al momento de su muerte había vuelto a componer al crimen.
