SERIE-El Chapo: ¿Qué pasó en el capítulo final?

(Cortesía Univisión)

El último episodio de la primera temporada de “El Chapo”, estuvo plagado de castigos para Joaquín Guzman Loera en la cárcel de Almoloya.

El Capo de la droga, se las vió negras,  en este final en el que fue torturado  por sus carceleros y  estuvo al borde de la locura en “los acolchados”, pero que a pesar de todo, no lograron  doblegarlo en su interior.

Los oscuros días dentro de la prisión  lo llevaron  a recordar su infancia e irónicamente  le dieron la fortaleza necesaria para soportar los malos ratos. ¿Qué más pasó?

Lo que tienes que saber:

1. La tortura en los Acolchados


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“El Chapo” pagó muy caro los desafíos a las autoridades carcelarias. Después de permanecer en total aislamiento durante un mes, tuvo una reunión con “La Licenciada”, la temible subdirectora de Almoloya.

Esta le preguntó: Acepta que su pasado criminal de lujo, dinero y poder fue un error? Él le respondió que sí, sin embargo ella no le creyó y lo confino un mes más en “Los Acolchados”, la celda donde los presos eran sometidos a un calvario.

Los días para él transcurrían en ese lugar obscuro y frío y para colmo los guardias le colocaban una sirena a todo volumen muy cerca de su puerta para desesperarlo.  Hizo varios intentos por alcanzarla, pero fue inútil.

2. La subdirectora de la cárcel le mostró su poder


Atrás fue quedando la imagen del hombre fuerte, mientras pasaban los días lucía sucio, estresado, desanimado y con el cabello y la barba larga. Desesperado por salir de allí, fingió que estaba enfermo del estómago para que lo llevaran a la enfermería.

Cuando lo revisó el doctor trató de sobornarlo para que dijera que estaba delicado de salud, pero el galeno lo delató, lo que hizo que  la subdirectora lo condenara a dos meses más de tortura.

“El Chapo”, estaba viviendo un infierno y en  un ataque de ira, arremetió contra el guardia principal del penal. Inmediatamente le colocaron una camisa de fuerza que lo hundió en la desesperación.

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3. Escape mental


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Castigado en ese torturante lugar,  Guzmán Loera se refugió en los recuerdos de su juventud.  Se trasladó mentalmente a  los días cuando sembraba amapola y recordó cuando su padre le robaba el dinero que obtenía gracias a la venta de la goma de
opio.

En esos tiempos  admiraba la vida de su  patrón Pedro Avilés, a quien en un
peligroso acto, le roba un lujoso automóvil, lo agarran  y tuvo que encarar al
jefe a quien le dijo que  lo había tomado para saber lo que se sentía manejar
un auto último modelo.

El chico le pidió un trabajo dentro de su organización, no sólo como agricultor de amapola, sino como pistolero, y Avilés lo probó mandándolo a matar a un trabajador
que lo estaba robando. El Chapo cumplió con el encargo y no le tembló el pulso para dispararle varias veces a su objetivo. Después, su patrón lo premió integrándolo a
su equipo de trabajo e invitándolo a una celebración especial.

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Durante la fiesta, el aprendiz de traficante, entendió el poder que tenía don Pedro Avilés al verlo rodeado de políticos, militares, policías y  mujeres. Al fondo se escuchaba la famosa canción “El Rey”.

El joven se peleó con su padre, quien no quería que se fuera a trabajar con Don
Pedro y le juró que en un futuro tendría más poder que cualquiera.

A Loera, le sobró tiempo para recordar, pues vivió cuatro meses solo dentro de”Los Acolchonados”. Al transcurrir esos días “La Licenciada” lo llamó para ver si el sinaloense estaba arrepentido por su pasado criminal. El capo le aseguró de nuevo,que no volvería a la senda delictiva. Al escucharlo, la  mujer ordenó que fuera reinstalado en su antigua celda.

4. Planes descubiertos

A la subdirectora le dijo eso, pero “El Chapo” comenzó a planear su fuga del
penal. Al volver a la vida normal de la prisión mostró una actitud amable
y servicial, pero sus deseos de escapar de allí se hacían más fuertes.

Le pidió a su abogado que contactará a Ismael, que este le daría el dinero
necesario para organizar la huida. Sin saberlo, el preso estaba cavando su propia
tumba, pues al terminar la reunión con su defensor, fue interceptado por “La Licenciada”, quien le mostró la grabación de la conversación donde revelaba el
plan de escape.

Sin dudarlo, la subdirectora del penal lo envió nuevamente al cuarto de castigo,
no sin antes asegurarle que de “Almoloya nadie se escapa”.

De nuevo se vió sometido al martirio de “Los Acolchonados”, pero al poner los pies dentro de la tormentosa celda, comenzó a cantar “El Rey”. Verso a verso disminuía
la tortura: “Con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero y mi palabra es
la ley. No tengo trono ni reina ni nadie que me comprenda. Pero sigo siendo el
rey”. No importa cuanto me tome, voy a recuperar mi libertad. FIN.

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