El exnadador estadounidense Michael Phelps reveló en una carta que aún sigue teniendo síntomas de la depresión que lo aquejó durante gran parte de vida y que incluso lo dejo al borde del suicidio.
El nacido en Baltimore exhibió su angustia por la pandemia del coronavirus y los efectos negativos del distanciamiento social. Fue en una misiva que escribió para el sitio de ESPN. Sus palabras dieron la vuelta al mundo.
“La cuestión es que las personas que viven con problemas de salud mental lo saben, nunca desaparece. Tienes días buenos y malos. Pero nunca hay una línea de meta. Hice tantas entrevistas después de Río donde la historia fue la misma: ‘Michael Phelps habló sobre la depresión, entró en un programa de tratamiento, ganó el oro en sus últimos Juegos Olímpicos y ahora está mejor’. Desearía que fuera la verdad. Desearía que fuera así de fácil. Pero honestamente, y lo digo de la mejor manera posible, sería de ignorantes pensar así. Solo alguien que no entiende con qué lidian las personas con ansiedad o depresión o trastorno de estrés postraumático podría decir tal cosa”, remarcó.
El exnadador, el más condecorado de la historia de los Juegos Olímpicos (28 medallas), se retiró de la actividad luego de Río de Janeiro 2016. En enero de 2018 confesó que la depresión lo había acompañado durante toda su carrera, pero que ese era un problema del pasado. Con la reciente publicación de la carta, desmiente lo que dijo acerca de la superación de dicha patología.
El multicampeón olímpico agradece no padecer problemas económicos, el hecho de poder ser el sostén de su familia. Pero aclara que el dinero no cura todas las heridas.
“Aquí está la realidad: nunca me curaré. Esto nunca desaparecerá. Es algo en lo que he tenido que aceptarlo, aprender a lidiar con eso y convertirlo en una prioridad en mi vida. Y sí, es mucho más fácil decirlo que hacerlo”, se confesó.
Phelps pasa la cuarentena junto a su esposa y sus tres hijos. Estados Unidos es uno de los países más castigados por la pandemia que puso al mundo de rodillas. El confinamiento desempolvó sus viejos problemas de inestabilidad anímica.
“Me vuelve loco. Estoy acostumbrado a viajar, competir, conocer gente. Esto es una locura. Mis emociones están por todos lados. Siempre estoy al límite. Siempre estoy a la defensiva. Soy disparado tan fácilmente”, describió.
El comienzo del día lo encuentra en el gimnasio. Acostumbrado a entrenar bien temprano en la mañana, el Tiburón de Baltimore no puede tolerar levantarse de la cama más allá de las 7am. Cuando eso ocurre, se desmorona mentalmente.
“Si pierdo un día, es un desastre. Entonces me meto en un patrón negativo de pensamiento en mi propia cabeza. Y cuando eso sucede, soy el único que puede detenerlo. Y generalmente no se detiene muy rápido. Solo lo arrastro, casi para castigarme de alguna manera. Eso es lo que hago si cometo un error o si molesto a alguien, entonces creo que siempre es mi culpa y simplemente me desanimo. Cuando eso sucede día tras día, puedes ponerte en una situación aterradora bastante rápido. Y esa ha sido esta cuarentena la mayor parte del tiempo”, explicó.
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