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La serie documental The Last Dance, uno de los últimos célebres estrenos del gigante del streaming Netflix, sirvió de alimento para los fanáticos del baloncesto en épocas de pandemia.
La serie recorre la temporada 1997/1998 del célebre equipo de Chicago Bulls que, encabezado por Michael Jordan, obtuvo seis anillos de la NBA. Se trata de una producción de ESPN que tuvo su estreno mundial el pasado 19 de abril.
En la serie podemos ver la intimidad de Jordan, así como la del resto de los integrantes de aquel equipo de los sueños, acaso el mejor de la historia. El nacido en Carolina del Norte exhibe ante las cámaras su debilidad por los habanos y el tequila.
En varias escenas se lo ve a Michael bebiendo una bebida amarilla. En las redes sociales, varios fanáticos del baloncesto se preguntaron qué es lo que bebe el astro. Muchos concluyeron que se trataba de whisky. Pero Jordan no bebe whisky.
El tequila que toma el ídolo de los Bulls es producido por él mismo. Hace unos años, junto a varios dueños de franquicias de la NBA, lanzó al mercado su propia etiqueta: Cincoro. MJ23 fijó en el contrato con ESPN que en cada escena él podría aparecer bebiendo su tequila. Se trata, claro está, de una ventana publicitaria extraordinaria.
“Es una bebida que me encanta, y por eso decidí hacer mi propio tequila. Si lo conseguimos vender, bien. Y si no, al menos tendré para beber gratis”, dijo Jordan en 2019 al momento de lanzar la marca. La botella más cara de Cincoro cuesta 1600 dólares.
De acuerdo a la revista Forbes, Michael Jordan es el deportista que más dinero ganó a lo largo de su carrera. Su fortuna se estima en 2100 millones de dólares. El tequila no es el único vicio de Su majestad.
Además de esa bebida blanca, Jordan es un apasionado por el vino: “Soy más un bebedor que un coleccionista. Obvio que tengo muchos vinos guardados en mi cava personal, pero no creo en eso de coleccionar sin disfrutar”.
Pero no solo el alcohol es el vicio en el que gasta su fortuna. Como se ve en The Last Dance, los cigarros cubano son su otra debilidad.
“Recuerdo que arranqué con esa costumbre en 1993, básicamente por el horrible tráfico de Chicago. Me llevaba hasta una hora y media llegar desde casa al estadio. Y entonces, ante la tensión que me generaban los atascos, me fumaba uno para relajarme. Luego se convirtió en un ritual para todos los partidos que jugábamos en casa”, admitió el astro de los Bulls.
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