Cada año los Estados Unidos y algunos países del mundo cambian de hora en dos ocasiones específicamente el segundo domingo del mes de marzo cuando comienza el horario del verano, y el primer domingo de noviembre cuando regresa la hora estándar del invierno.
El próximo domingo 3 de noviembre a las 2:00 de la madrugada será el momento exacto en que dispositivos inteligentes hagan el cambio por si solos a la nueva hora, mientras que los relojes manuales tendrán que ser ajustados, retrasándolos en una hora menos, es decir colocando sus manecillas en la 1:00 a.m.
Origen e historia del cambio de hora
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De acuerdo con AS, el origen del cambio de horario generalmente se atribuye a Benjamín Franklin, quien lo sugirió en el siglo XVIII como medida para conservar energía. Al adelantar los relojes, las personas podrían aprovechar la luz del día adicional de la tarde en lugar de desperdiciar energía en la iluminación.
Durante los siguientes 100 años, la Revolución Industrial sentó las bases para que su idea entrara en la política gubernamental, según el New York Times.
Alemania estableció el horario de verano en mayo de 1916, como una forma de ahorrar combustible durante la Primera Guerra Mundial. El resto de Europa se unió poco después. Estados Unidos adoptó el horario de verano en 1918. Una vez terminada la guerra, los agricultores se opusieron a que el horario de verano se mantuviera, por lo que se abolió. En 1942, el presidente Roosevelt restableció el horario de verano.
En 1966, el Congreso promulgó la Uniform Time Act para simplificar el patrón oficial de dónde y cuándo se aplicaba el horario de verano, estableciendo que iniciaría el primer domingo de abril y terminaría el último domingo de octubre. Fue hasta 2007 que entró en vigor la Energy Policy Act, firmada por George Bush, la cual estableció el cambio de horario el segundo domingo de marzo y el primer domingo de noviembre.
¿Realmente se puede ahorrar energía con el cambio de hora?
Aunque es cierto que el consumo energético se reduce cuando cambiamos de hora, en los últimos años son muchas las voces críticas que afirman que los beneficios de esta medida no compensan los trastornos que genera.
El debate se centra en si el cambio de hora realmente logra ahorrar energía de manera significativa. Los defensores argumentan que, al aprovechar la luz solar, se reduce la necesidad de iluminación artificial, lo que conlleva ahorros en consumo eléctrico. Sin embargo, los detractores señalan que estos ahorros son mínimos y que otros factores, como el aumento en el uso de dispositivos electrónicos o calefacción, podrían contrarrestarlos. Hay que tener en cuenta que desde que se instauró esta medida, los hábitos de vida han cambiado mucho: las jornadas laborales se han reducido, el teletrabajo se ha extendido y las rutinas de los ciudadanos son muy distintas a las del siglo pasado.
Aunque el último estudio al respecto se remonta al año 2015, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) cifra en un 5% el ahorro que se consigue actualmente con el cambio horario, lo que supone unos 300 millones de euros anuales. De esta cantidad, 90 millones corresponden a los hogares, unos seis euros por hogar, y los 210 millones restantes a las empresas.
¿A qué hora se debe ajustar el reloj?
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De acuerdo con el portal Gestión, el 3 de noviembre se debe atrasar el reloj. Si la persona tiene un dispositivo analógico deberá atrasarlo el sábado 2 de noviembre, pues cuando el 3 de noviembre el reloj marque las 2:00 horas, realmente será la 1:00, según indicó el medio mencionado
En el caso de los teléfonos inteligentes, el cambio de horario se realiza de forma automática, así que no hay preocuparse por eso. Ya en el 2025, de nuevo los relojes deben ajustarse a la “hora de verano” el 30 de marzo, adelantando los relojes en una hora más.
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